Posicionado como un sector con rentabilidades crecientes a nivel mundial aún no se desplegaron grandes inversiones en el desarrollo tecnológico de la agricultura. En TABES SA nos informamos (y formamos) para los nuevos avatares del sector, compartimos un artículo de Luis Torras, economista, consultor financiero y gestor de fondos, con datos de World Economic Forum.
La demanda impulsa a que la agricultura tenga un gran potencial de crecimiento.
Pese a no siempre ocupar un espacio mediático destacado como la tecnología o las energías renovables, la agricultura constituye una de las mega tendencias de inversión más claras y sólidas para el inversor a largo plazo. Se trata de un sector estratégico y defensivo, la industria global más importante en términos de empleo, altamente fragmentado y poco organizado y con un gran margen para su capitalización y profesionalización en muchas áreas. La agricultura a nivel global acumula prácticamente tres décadas de infrainversión al tiempo que tiene que hacer frente al reto mayúsculo de alimentar más y mejor a la creciente población mundial con la existencia de limitaciones notables.
Con todo, el gran driver de la apuesta por la agricultura es la demografía y los notables cambios socioeconómicos que está experimentando el grueso del continente asiático. La población mundial se estima en cerca de 7.000 millones y se espera que supere el umbral de los 9.000 en 2050, cuando Naciones Unidas estima que cerca de 3/4 partes de la población vivan en Asia. Este crecimiento supone producir de media alimentos para 80 millones de personas adicionales cada año. Por añadidura, el rápido crecimiento económico de muchos países emergentes está cambiando los patrones calóricos, haciéndolos más ricos y sofisticados se manera que no únicamente habrá más bocas que alimentar, sino que querremos comer mejor, más variado y con productos de mayor calidad. Para cubrir esta creciente demanda de alimentos el World Resources Institute estima que la producción se tendrá que incrementar en un 70%.
Cambios en la dieta y demanda agrícola
Este escenario de fuerte crecimiento por el lado de la demanda se combina con importantes restricciones por el lado de la oferta. En suma, el área de tierra disponible para la agricultura es limitado, siendo difícil de ampliar al estar sometido a la disciplina del clima, las condiciones de la tierra y el agua disponible -el 70% del consumo mundial de agua es para uso agrícola-. El número de hectáreas agrícolas per cápita se ha reducido de forma muy notable en los últimos tiempos pasando de las 0,35 hectáreas por persona a finales de los 60s, hasta las 0,19 hectáreas en la actualidad. El incremento de las zonas urbanas o la creciente consciencia medioambiental son otros elementos que condicionan tremendamente la producción. En el año 2000, por ejemplo, el ratio zonas urbanas-áreas de cultivo era del 3,5%, y se estima que alcance el 7% en 2050. Según los últimos datos disponibles del Banco Mundial, en la actualidad cerca del 46% de la población del mundo aún vive en zonas rurales, un porcentaje que está decreciendo de forma rápida en muchos países en vías de desarrollo.
Por otro lado, las palancas de cambio y motor del sector son también muchas. Si bien en muchos países en desarrollo aún hay mucho margen de mejora en los ratios de productividad en términos de mejores técnicas de cultivo, utilización de mejores pesticidas y fertilizantes, mayor ratio de maquinación del campo o sistemas de riego más eficientes, en el conjunto de países desarrollados estas mejoras -en algunos casos- han entrado en una fase estancamiento y urge buscar nuevas fórmulas para seguir haciendo crecer el rendimiento de los cultivos.
La monitorización digital de los cultivos, la agricultura de precisión, la utilización de robots, drones, y otras mejoras en el campo de la maquinaria, en el sector agrícola o la incipiente revolución genética (con todo el debate pendiente que esta conlleva -véase, por ejemplo, Siddhartha Mukherjee, El Gen. Una historia intima, Debate, 2017), entre otros elementos, configuran lo que el Dr. Klaus Schwab ha llamado la Cuarta Revolución Industrial, y conforman algunos de los campos de investigación y desarrollo y parte importante de la solución al gran reto de alimentar más y mejor a un planeta más poblado y próspero. Además de estas palancas orientadas a incrementar la producción, parte de las mejoras también vendrán de avances en la gestión, la regulación y la logística que permitan reducir la gran cantidad de alimentos que aún se malgastan hoy en día.
Esta fuerte demanda hace de la agricultura en general un sector con un gran potencial de crecimiento, clave para el desarrollo de la economía global en su conjunto y clave de bóveda para la correcta resolución de otros grandes retos globales como es el control del impacto medioambiental o el acceso de agua potable. Por todo ello la inversión en agricultura no es una tarea ineludible para dar respuesta al reto más básico de la humanidad, sino que se erige como una de las mega tendencias más claras y potencialmente más rentables para las próximas décadas.